El castigo


Aquí los delitos son muchos pero el castigo es único, siempre idéntico.

Se coloca al condenado ante un túnel interminable, entre los rieles de una vía férrea. A partir de ese momento el condenado sabe lo que le espera. Huye, porque no tiene más que esa oportunidad. Alucinación, porque el túnel no tiene fin.

El condenado corre hasta perder el aliento y después la vida.

Sin embargo, se puede afirmar que nunca tren alguno fue lanzado por esa vía.

 

Un cuento recomendado de Jacques Sternberg, fuente: Ciudad Seva

Retrovisor


No estaba muy seguro de lo que vi. En realidad, todavía no lo estoy. Te cuento lo que vi, o lo que creo que vi.
Yo estaba adentro del auto, y lloviznaba así que el vidrio estaba mojado. Cuando lo vi acercarse me asusté un poco, no sabía quién era pero yo estaba medio paranoico. Yo tampoco tenía que estar ahí, o se suponía que no estaba ahí, pero…

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Silencios


No quería entrar a su casa, así que frenó a los pies de la escalera y se sentó en el último escalón. Sacó un cigarrillo y jugó unos minutos con él antes de encenderlo. Miraba el suelo y pensaba en lo que había vivido y en cómo se lo explicaría a su mujer, y esas dos escenas se intercalaban en un loop sofocante, que se transformaba en un espiral que cada vez lo llevaba a un lugar más hondo.
Sabía que su mujer lo entendería, incluso lo apoyaría, y eso era lo peor. ¿Por qué ella siempre era tan buena? ¿Cómo defraudar a alguien que nunca te defrauda? Ella sonreiría resignada y le diría que se lavara las manos, la comida estaría lista y se estaría enfriando.
Escuchó que la puerta se abría y tiró el cigarrillo a la vereda, no quería que lo retara por estar fumando. Se dio vuelta y allí estaba ella parada. Fue él quien sonrió resignado y con los ojos inundados solo pudo desviar la mirada. Ella entendió todo, se sentó a su lado y lo rodeó con un brazo, en silencio.

Piel de gallina en el Cañón del Pato


Si les digo que el Cañón del Pato tiene un solo carril, pero hay camiones que van y que vienen y que de un lado hay montaña y del otro precipicio, se preguntarán por qué carajo preferíamos ir por ahí. La respuesta es simple, porque el paisaje es hermoso, porque hay más de 40 túneles, porque a veces es lindo ir por los caminos que los demás no se atreven a cruzar y porque al igual que a nuestros niños interiores, a nosotros también nos gusta sufrir un poco de adrenalina cada tanto.

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Cuentos de Katurian


Texto recomendado de Martin McDonagh, del libro El hombre almohada

En un cruce de caminos, un hombre despierta en una jaula de hierro donde lo han encerrado hasta que muera de hambre. Sabe que era culpable de un delito por el cual lo encerraron, aunque no recuerda cuál. Frente a su jaula hay otras dos. Dentro de la primera se encuentra un esqueleto y un cartel colgado que dice “violador”. En la segunda hay otro cartel con la palabra “asesino” y un viejo moribundo dentro. Nuestro hombre no puede leer el letrero de su propia jaula, así que pide al viejo moribundo que se lo lea, para conocer su delito. El viejo mira el cartel, mira al hombre y a continuación le escupe a la cara asqueado. Sigue leyendo

Instrucciones para extranjeros para tomar mate


Aclaraciones preliminares

Elementos

Es fundamental tener un recipiente donde calentar el agua, en Argentina usamos lo que se llama pava, que en el resto del mundo se usa para calentar el agua del té o el café, pero sirve cualquier recipiente apto para calentar líquidos. Luego el agua se debe colocar en un TERMO que sirve para mantener el agua caliente. Si no lo tiene puede dejar el agua en donde la calentó. Donde se consume el mate se llama MATE, sí, el recipiente y la bebida tienen el mismo nombre.

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Despedida


Cuando se retira un gran jugador, la fecha queda grabada en Wikipedia. El partido se programa con meses de anticipación, van figuras internacionales, las grandes marcas se pelean por ser sponsors, la tribuna se tiñe con los colores del club donde el ídolo se destacó. Generalmente entran algunos minutos los hijos del jugador, para ponerle un toque emotivo al encuentro y si no hizo ningún gol, faltando unos minutos el árbitro cobra un penal para que la gente pueda cantar un gol de su ídolo y el hombre recibe abrazos y palmadas de propios y extraños.

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La oveja negra


Un cuento recomendado de Italo Calvino

 

Había un pueblo donde todos eran ladrones.

A la noche cada habitante salía con la ganzúa y la linterna, e iba a desvalijar la casa de un vecino. Volvía al alba y encontraba su casa desvalijada.

Y así todos vivían en amistad y sin lastimarse, ya que uno robaba al otro, y este a otro hasta que llegaba a un último que robaba al primero. El comercio en aquel pueblo se practicaba solo bajo la forma de estafa por parte de quien vendía y por parte de quien compraba. El gobierno era una asociación para delinquir para perjuicio de sus súbditos, y los súbditos por su parte se ocupaban solo en engañar al gobierno. Así la vida se deslizaba sin dificultades y no había ni ricos ni pobres. Sigue leyendo

El hotel de 4 dólares


Hay partes de un viaje que no salen como uno las planea. A veces porque la planeaste mal y a veces porque un hijo de puta se caga en tu plan.
Por el primer motivo nos pasó muchas veces, pero por el segundo nos pasó por primera vez en Cuenca. Era nuestro primer destino ecuatoriano y llegamos a dedo después de muchas horas de viaje en un camión lentísimo. No nos preocupaba demasiado la hora porque un anfitrión de Couchsurfing nos había aceptado y le habíamos avisado que como íbamos a dedo, podíamos llegar de noche. Preguntando varias veces llegamos a su puerta, la cual golpeamos repetidas veces sin respuesta. Con positivismo barato suponíamos que podía haber salido y ya volvería. Mientras esperábamos pasó una vieja y nos dijo que tuviéramos cuidado porque el barrio era peligroso. Era la enésima vez que recibíamos tal advertencia durante el viaje, así que la ignoramos. A los tres minutos pasa un señor y nos pregunta que hacíamos ahí, y acto seguido, vino la advertencia una vez más. Dos seguidas en un país al que acabás de entrar por primera vez, ya te cambia la percepción sobre el aviso. Pocas caras pasaban por allí y la que no nos aseguraba que nos robarían, nos hacían pensar que venían a robarnos.

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Aislado


Intentaba mantener siempre prendido el fuego, pero no era fácil lograrlo en una isla con tanta humedad, así que se insultó cuando vio a lo lejos un barco que avanzaba desde el horizonte.

Corrió con algunos troncos bajo el brazo, los apiló lo mejor que pudo y comenzó a intentar prender fuego. Frotaba dos palitos sobre un colchón de hojarasca seca. Levantaba la cabeza y veía que el barco se iba haciendo cada vez más grande. Seguía intentando, pero no era una tarea sencilla, se maldecía y continuaba frotando. Aquella nave que veía era la séptima u octava que veía en la enorme cantidad de años que llevaba en aquella isla. Por eso estaba desesperado, no podía dejar pasar esta oportunidad. Y ni siquiera sabía si lo verían aunque lograra encender las llamas, de hecho ninguno de los barcos que vio había respondido a sus señales ni a sus pedidos de ayuda.

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