Comprender


Clara camina con la pancarta, las lágrimas vuelven a armarse y aunque pretende frenarlas, estas caen apuradas hasta chocar con sus labios temblorosos. No es la primera vez que viene a la marchar, pero cada año se emociona más, y no entiende por qué“¿Será porque estoy llegando a la crisis de los cuarenta?”, intenta adivinar. Se pregunta, como siempre, qué la une tan fuerte a toda la gente que la rodea. Levanta la cabeza y ve a su lado una mujer de su misma edad que camina con una nena de la mano, la niña le sonríe con la ausencia de dos dientes, y ella hace fuerza por devolver el gesto alegre. La multitud sigue repitiendo un mantra que ella canta sin darse cuenta y sin escucharse. Vuelve a agachar la cabeza y otra vez se enreda en pensamientos que retroceden a un pasado vacío de respuestas. De repente ante sus ojos aparecen un par de zapatos gastados, frena un poco sus pasos para no chocarlos, levanta la vista y se encuentra con una pareja de ancianos que marchan juntos, ella porta un pañuelo atado a su cuello, él la abraza y sonríe mirando a su alrededor. Clara vuelve a quebrarse.

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